Hola, ésta es mi historia. Todo empezó en Junio del 2009 cuando entré a un colegio nuevo. Yo tenía 13 años en ese entonces y no buscaba nada serio, solo me gustaba pasar el tiempo con amigos; hasta que un día un amigo me dijo que un chico del curso (que no me gustaba para nada) gustaba de mí. Él me molestó todo ese año para poder darme un beso, que no lo consiguió. Terminamos el año y nada había pasado entre nosotros. Al año siguiente, cuando volvemos a empezar el colegio en marzo, él había repetido de curso y yo había pasado al año siguiente. Él estaba mucho más lindo y había llamado mi atención. Empezamos a hablarnos más y una amiga que teníamos en común siempre nos molestaba con que teníamos que terminar juntos.
Un día, éramos dos amigas y él que nos teníamos que venir a mi casa a hacer un “trabajo para el colegio”. Cuando llegamos a mi casa, todos empezamos a jugar como chicos, haciéndonos cosquillas hasta que en un momento nos quedamos solos y nos dimos nuestro primer beso. Sentimos una conexión que nos quedamos mirándonos fijos. Algo se había despertado en nosotros y sabíamos que desde ese momento nada nos iba a poder separar.
Semanas después el me propuso ser la novia. Teníamos tan solo 14 años y sentíamos que nos amábamos de toda la vida. No podíamos creer que algo tan lindo podría ser verdad y que de una simple amistad podía surgir ese amor. Los meses fueron pasando y llegó el momento que nuestros cuerpos se hicieron uno. Hicimos el amor, nuestra primera vez que jamás voy a olvidar. Esa sensación de plenitud infinita al hacerle el amor hasta el punto de sentir que ya no existes. Ese instante en el que podrías morir porque sabes con toda certeza que jamás en la vida volverás a sentir nada igual. Era amor, sin duda todo era amor, pero llego el día en que cometimos el error de querer hacer vidas de grandes, empezamos a quedarnos a dormir en nuestras casas juntos, ir al colegio juntos y hacer una vida totalmente de casados a los catorce años.
Empezaron a haber muchas peleas entre nosotros por celos. Según él, yo era muy linda y tenía miedo de perderme pero se transformó en una persona enferma de celos, no tenía amigas ni amigos, me había quedado sola pero nada me importaba porque lo tenía a él al lado mío, él era mi vida y era todo para mí, teniéndolo a él yo no necesitaba a nadie más a mi lado.
En diciembre del 2010 yo voy a un quince de una amiga, y cometo el error de serle infiel. Él jamás me lo perdonó y tampoco me lo perdoné a mí misma. Cómo pude ser tan inmadura y hacerle una cosa así. Él se enojó mucho conmigo y se fue en enero de 2011 de vacaciones solo con los amigos y me dejo a mi sola a 400 km de distancia. Al principio me enoje mucho, pero en el fondo yo sabia que tenia que pagar por mi error.
A los días el vuelve y me viene a ver a mi diciéndome que me extrañó y que me amaba, todo volvió a ser como antes y nos fuimos de vacaciones juntos con su familia y la mia.
A los tres meses después de toda la crisis que pasamos, cumplimos el año de ser novios, momento único en el que faltamos al colegio y me despierta con un desayuno enorme para compartir y con regalos. Yo lo sorprendo cuando le doy el que le había preparado: había envuelto una caja con papel rojo y le había pegado fotos nuestras y de la caja volaba un globo en forma de corazón que decía “te amo”. Puedo asegurar que su cara fue hermosa y le brillaron los ojos, y adentro de la caja millones de regalos, cartas, bombones, un peluche y cosas que le gustaban a él. Terminamos el día yendo a cenar a un restaurant y después a una heladería.
Era todo hermoso, nuestra relación era lo más lindo que teníamos, todos nos veían de afuera y nos repetían siempre lo bien que se nos veía juntos porque a pesar de las piedras que nos puso la vida, nunca nos cansamos de tropezar y salir adelante. Cada día la vida nos ponía aprueba y nunca nos pudo vencer.
Pero nada es para siempre, ¿no? Claro que no, llego el día, el día de la separación, fue un 20 de agosto del 2011 alrededor de las siete de la tarde en mi casa, cuando una simple discusión se transformó en una guerra. Estábamos cansados ya de pelear por cualquier cosa y esa pelea fue la gota que derramó el vaso, él me dejo para siempre. Yo no le había creído, yo pensaba que lo de nosotros no tenía final, que lo nuestro era para siempre, pero siempre pasó a ser una simple palabra ese día.
Hoy después de dos años y medio, yo lo sigo viendo en el colegio pero cada uno hizo su vida, y juro que no hubo un día que no haya pensado en él. Duele muchísimo verlo feliz sin mí. Hoy él tiene una nueva pareja y se lo nota feliz. Cada vez que cruzamos miradas todavía se ve el fuego que hubo entre los dos, yo creo que nada murió todavía, creo en el destino y la esperanza de volvernos a juntar nunca la voy a perder. Lo amé a los 14 años y lo sigo amando a mis 18 años. Agustin fue mi vida, el me enseño lo que es el amor y sé que las miradas dicen lo que el corazón no se anima a decir.
El primer amor no se olvida. Nunca nadie lo va a poder reemplazar. El recuerdo es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. Tengo todos sus recuerdos en varias cajas de zapatos y cada tanto me da por mirar y llorar recordando momentos que ya no van a volver a pasar.